El título de Altagracia referido a María santísima, significa que a ella se le concedió ser la Madre de Dios; esta es la gracia máxima que Dios ha concedido a alquien. "Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (LG 66). Así mismo, la Madre de Dios es virgen antes, durante y después de dar a luz a Jesús; el Hijo primogénito de María "no menoscabó su integridad virginal, sino que la santificó" (LG 57).
La Virgen no puede ser objeto de culto de adoración o 'latría' (del lat. tardío latrīa 'adoración', y este del gr. λατρεία). Pero sí se honra a la Virgen de una manera especial, mediante una veneración mayor a la que se da a los santos del cielo.
Devoción e Historia
La advocación, que tiene origen en la España del siglo VI, bajo los títulos de "Virgen de Gracia" (en 337 lugares) y "Virgen de Altagracia" (en 6 lugares de Extremadura; dos poblados extremeños, Garrovillas de Alconétar y Siruela, cada uno con su propia tradición y ermita) fue llevada a La Española (actual República Dominicana) al inicio del siglo XVI, probablemente por el Gobernador Nicolás de Ovando ─nacido y criado en el marco de la Extremadura altagraciana─, que llegó a la isla el 15 de Abril de 1502 con 30 barcos y 1200 hombres, 77 de ellos naturales de Garrovillas, lugar de gran devoción altagraciana. En 1503 ya se veneraba a la Virgen de la Altagracia en la ciudad de Santo Domingo, muy concretamente en la orilla occidental del río Ozama, a donde Ovando había trasladado la ciudad.
Una "negra piadosa" (así la llama la historia) mantenía una capilla de paja, donde se veneraba a la Virgen de la Altagracia, con el beneplácito del Gobierno y del pueblo. Y junto a esa capilla Nicolás de Ovando fundó el primer hospital de América.
El cuadro:
Fray Luis Gerónimo Alcocer, canónigo del Arzobispado de Santo Domingo, escribió en 1650: "Consta que la trayeron a esta isla dos hidalgos de Placencia en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio de Trexo, que fueron los primeros pobladores desta isla".
El cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia fue pintado probablemente en Sevilla en los primeros quince años del siglo XVI (es decir entre 1500 y 1515), y es posiblemente de la escuela de Alejo Fernández; es un lienzo español tipo "Belén", con influencia flamenca, típico de los siglos XV y XVI, con un elemento distinto y único: el rayo de luz. Ha tenido cinco restauraciones de importancia, la última en 1978.
El cuadro es también un ícono que nos hace testigos oculares del momento del nacimiento. Lo que parece un delantal es el "rayo de luz más blanco que la nieve". El Mesías traspasa, sin dañar de manera alguna a la Altagracia quien, recogida y arrodillada, está contemplando tiernamente al Hijo de Dios.
- La Estrella de Belén (es la Navidad) tiene ocho puntas (símbolo del cielo) con dos rayos extendiéndose hacia el pesebre: Dios Padre está bendiciendo a su Hijo.
- Por encima de la Virgen hay doce estrellas (son las tribus de Israel y, a la vez, los apóstoles de Jesús). María es el puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Con un gesto de la cabeza nos invita a arrodillarnos también en frente del pesebre, y juntos adorar al niño Jesús.
- Alrededor de María hay un resplandor (cf. Apocalipsis 12, 1). Ella lleva una corona por ser la Reina del Cielo y un velo sobre la cabeza porque está casada. Está vestida de rojo porque es un ser humano y cubierta de blanco por ser concebida sin pecado. Lleva un manto azul celestial salpicado con estrellas, que recuerda las palabras del Ángel "el poder del Altísimo vendrá sobre ti".
- San José está vestido con el azul de su santidad escondido bajo un manto rojo por ser de este mundo, lleva una vela para dar luz a su esposa y a las necesidades materiales de las cuales es patrono.
- El niño Jesús está durmiendo sobre un pesebre, que a su vez es un altar, lo cual alude a su muerte y gloriosa resurrección.
- Atrás hay una columna, señal de que estamos en un templo. La cueva es un templo porque allí habita Dios mismo: el niño Jesús.
- Las hendiduras en el techo, arriba a la izquierda, nos dicen que el mundo está decayendo, pero Jesús ha venido para restaurarlo.
Imagen milagrosa
El primer documento que habla de la Altagracia, en 1569, menciona tres milagros, entre los que se cuenta que se celebró una misa el 21 de enero de 1692, para dar gracias a la Altagracia por haber protegido a los voluntarios de Higüey y El Seibo quienes, un año antes, habían participado en la batalla feroz y sangrienta de "La Limonade". Todos volvieron a casa sanos y salvos sin rasguño alguno. ¡Era un milagro patente! Desde entonces se ha celebrado la fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia en el aniversario de este milagro.
Cuenta una leyenda que un hacendado de Higüey, al regreso de un viaje a Santo Domingo, mientras pasaba la noche en una posada, compartió su desilusión porque, aunque había encontrado las cintas y botones que le había pedido la hija mayor, no hallaba ni una estampita de la "Altagracia" que su hija menor tanto quería. Con eso, apareció un anciano con un lienzo de la Virgen: "¡Es eso lo que está buscando!" Luego el anciano desapareció. El hacendado llevó el cuadro a su casa, y lo colgó en la sala principal. Al día siguiente el lienzo no aparecía. Se lo encontró de nuevo en la copa de un naranjo. En los próximos días se repitió la desaparición una y otra vez.